Dedicado a la banda del UTA junto a la cual he pasado momentos bellos llenos de luz, música y baile...


“La eternidad se encuentra en las páginas de un periódico amarillista”



Soy un pobre diablo que trabaja en la noche y mal duerme por el día. Nunca pensé que una muerte afectara a tal grado mi vida. El insomnio en días de depresión era insoportable, al grado que estuve a punto de arrancarme los ojos para aventárselos por la ventana de mi cuarto a aquel perrito roñoso que diariamente me veía tristemente cuando salía de mi casa.


Acepte el trabajo por la necesidad de formalidad y aunque a mis dos años de vida nocturna me vea más cerca y al borde del final me sigue gustando manejar mi carro por los caminos de la oscuridad mirando a mi lado choques irremediables en donde la sangre corre por las avenidas libremente; prostitutas en cada esquina ofreciendo servicios mágicos y reconfortantes a aquellos locos viajeros que cual vampiros se acercan a tratar de chuparles algo de su alma; asaltos llenos de tristeza a plena luz de luna en donde se arriesgan vidas por unos pesos.


En eso se ha convertido mi vida: visiones nocturnas y vampíricas acompañadas de momentos de soledad sobre el pavimento casi siempre mojado que refleja las luces color neón de la ciudad sobre su superficie negra llena de historias que quisiera absorber. Y aunque es triste, pues ya no veo más luz, me excita vivir con el peligro inminente a mi lado. Finalmente todos estamos cerca de la línea divisoria que a algunos separa de la muerte y a otros de la eternidad.


He visto morir gente en accidentes automovilísticos. En una ocasión dos jóvenes ofrendaron sus vidas cuando yo me le escape a la eternidad. Su destino fue morir y sus gritos locos llenos de desesperación, su último aliento y el olor a sangre que manaba de los desechos y torcidos hierros nunca se borraran de mi mente: un recuerdo más para el baúl que guarda mi ansiedad, mi locura, mi angustia y mi depresión extensa, extensa…


Y es que desde que ella murió ya no quiero salir al sol, a los días que son tan comunes para la mayoría. No tengo ganas de ir al supermercado temprano, al parque a comer un helado por las tardes, a comprar una hamburguesa entrada la noche. Prefiero dormir en el día soñando con aquello que puede ser pero que nunca se concreta pues bellamente se queda ahí, en los recovecos del inconsciente…


Si, ahora soy más inconsciente.


Y cuando despierto y me levanto de mi cama, empapado en sudor y aún teniendo visiones lúdicas, lo único que atino hacer es a preparar mi destino inmediato. Ya no planeo a largo plazo pues tengo la idea, ya irrefutable, de que pronto llegara el final. Ahora solo queda sobrevivir y ansiosamente esperar llegar al lado de aquella pareja para abrazarlos y decirles: ¡por fin llegué! vamos que todo va bien.


Jamás volveré estar al lado de ella, ni en la muerte, pues se que yo iré al lugar de los trágicos y ella ¡Ja! al de los comunes. Por ahora me conformo con estar, ya sin espíritu, al lado de las que van llegando, cual vampiras, a tratar de quedarse con algo mío. Siempre, irremediablemente, terminan alejándose cuando se dan cuenta que estoy vacio. Huyen y nunca vuelven a ser las mismas.


Seguiré recorriendo avenidas iluminadas por la luz amarillenta de sucios faroles y quizá ahora si quede unido para siempre al pavimento y deje correr mi sangre, mis lágrimas y mi alma libremente hasta la alcantarilla más cercana, para que mi eternidad quede plasmada en la primera plana de algún diario amarillista.


Don Fer.
Septiembre del 2008

2 comments:

NaTaLiA said...

Eso me supo a derrota…
cuando leí que ella ya no existe sonreí
y deseé que fuera verdad…
tal vez no, tal vez sólo quiero creer que es verdad,
y en realidad da igual porque nada importa tanto.
Un abrazo…

Anonymous said...

Es bello como expresas cosas tan duras que has visto, se puede entender porque tanta desolación