Autogestion Creativa se une a (r)Evolución sin violencia: una nueva ética civil; iniciativa que nace de una parte de la sociedad civil que ante la urgencia de un cambio en el país propone en base a diversos puntos crear acciones para que la transformación venga de las personas que preocupadas por lo que acontece en su entorno no hayan viabilidad de organización por ningun lado.
En la página (cuyo link les dejamos más adelante) se reciben comentarios, sugerencias y propuestas pero sobre todo sirve de plataforma para armar una red de difusión de las acciones tomadas por quienes se adhieran al movimiento.
Creemos en la sociedad, en los pequeños cambios que se gestan en barrios, pueblos, comunidades y escuelas en base a asambleas, organización y distintos tipos de comunión en pro de un bien común.
Queremos unirnos en una voz en pro del cambio urgente de rumbo económico, político y cultural. Sabemos que este se tiene que dar desde nuestras trincheras personales ya que para cambiar al mundo es necesario primero cambiar nuestro entorno y espacio más cercano.
Así que te invitamos a unirte, a participar y a difundir esta propuesta, a nuestra vista, viable en todos los sentidos.
UNETE:
http://revolucionsinviolencia.com/
Don Fer Blog
Letras,imagenes,sueños,alcohol y creación.
Galaor - Hugo Hiriart -
Recomendación literaria de Agosto del 2011.
Apenas conclui de leer Galaor del escritor mexicano Hugo Hiriart (1942) una serie de pensamientos siderales, cosmicos y estrambóticos abordaron a mi mente. Es un libro alucinante en donde diversos mundos alternos y fantásticos caben en uno solo. La selva y el desierto aparecieron frente a mis ojos y más alla el mar inmenso que bajo el canto de una sirena me llamaba.
El heroe de esta novela caballerística, a cuyo nombre se debe el titulo de la misma, enfrenta dificiles periplos para rescatar a la bella Brunilda - princesa del reino de las liebres que bajo el feo encanto de una hada llamada Sota de espadas es convertida, bajo el trabajo de la taxidermia, en un ser deforme e inerte - de las manos de Nemeroso el jefe del clan de los deformes. Para llegar a él debera pasar multiples obstaculos y enfrentar a diferentes seres fantásticos y domar a otros.
La premisa pareciera sencilla sin embargo los personajes son complejos, por ejemplo Don Grimaldi experto en la lectura de los astros o Janto el caballo parlante que acompaño a Aquiles en la guerra de Troya. Los diversos escenarios tienen su propia forma de organización y diversificación: como aquel bosque perfecto en donde todas las especies del mundo caben y conviven el cual Galaor tiene que recorrer para llegar hasta el señor de las pieles y domar al Camaleoparditis llevandose a la aventura a Janto el caballo que habla.
Recomendable para estudiantes de secundaria y todo lector que busque llevar su imaginación a espacios que van más alla de lo terrenal através sueños y atmosferas distintas a las convencionales.
Apenas conclui de leer Galaor del escritor mexicano Hugo Hiriart (1942) una serie de pensamientos siderales, cosmicos y estrambóticos abordaron a mi mente. Es un libro alucinante en donde diversos mundos alternos y fantásticos caben en uno solo. La selva y el desierto aparecieron frente a mis ojos y más alla el mar inmenso que bajo el canto de una sirena me llamaba.
El heroe de esta novela caballerística, a cuyo nombre se debe el titulo de la misma, enfrenta dificiles periplos para rescatar a la bella Brunilda - princesa del reino de las liebres que bajo el feo encanto de una hada llamada Sota de espadas es convertida, bajo el trabajo de la taxidermia, en un ser deforme e inerte - de las manos de Nemeroso el jefe del clan de los deformes. Para llegar a él debera pasar multiples obstaculos y enfrentar a diferentes seres fantásticos y domar a otros.
La premisa pareciera sencilla sin embargo los personajes son complejos, por ejemplo Don Grimaldi experto en la lectura de los astros o Janto el caballo parlante que acompaño a Aquiles en la guerra de Troya. Los diversos escenarios tienen su propia forma de organización y diversificación: como aquel bosque perfecto en donde todas las especies del mundo caben y conviven el cual Galaor tiene que recorrer para llegar hasta el señor de las pieles y domar al Camaleoparditis llevandose a la aventura a Janto el caballo que habla.
Recomendable para estudiantes de secundaria y todo lector que busque llevar su imaginación a espacios que van más alla de lo terrenal através sueños y atmosferas distintas a las convencionales.
Compadre Lobo.
Es el titulo de mi reciente descubrimiento, de un diamante que ya hace algunos años vio la luz pero que seguramente a muchos sigue deslumbrando.
Es el nombre que Gustavo Sainz dio a su libro, aquel que escribio allá por los setentas (1977) y que gracias a los libreros de viejo (benditos entre la banda jodida y lectora) desenterre.
En un arranque de ansiedad lo leí casi instantaneamente sin dejar de saborear cada parrafo - algo dificil para un libro de mas de trescientas páginas -Y es que algo provoco dentro de mí. Es dificil explicar que fue exactamente, pero creo que en estandares de crítica literaria fue algo mas emocional que teórico.
Compadre Lobo es una novela de dificil digestión; su lenguaje denota la ligereza apropiada para cualquier lector, su narrativa es harto compleja. Y es que el ritmo de la novela brinca de un lenguaje común, usado entre los jovenes del barrio (que aún persiste) a las metaforas bellas, a alusiones poéticas y a disertaciones metafísicas. Es aqui donde creo radica la trascendencia de esta obra: muestra un mosaico en donde se conjuntan las piezas de un arcoiris en el cual caben muchos personajes que se entrelazan entre si: igual encuentras al negro y al blanco; al artista y al teporocho; al azul y al rojo; a la prostituta y a la hija de un embajador. Todo narrado con un lenguaje en el cual tambien cabe la destreza, el academisismo, las metaforas, la poesia y el lenguaje común, que no vulgar.
Cuenta la historia paralela de un escritor y un pintor, personajes principales que giran en torno a Amparo Carmen Teresa Yolanda, muchacha que se pasa la vida (la que le da la novela) entre ambos: como amiga, esposa, amante, confidente y guía espiritual. Narra su periplo de juventud, su desarrollo en torno al alcochol, la noche, las prostitutas, el cine, el barrio... La urbanidad misma.
Segun cuentan esta novela esta enmarcada dentro de lo que se conoce como líteratura de la onda, aquella que dio grandes escritores: Parmenides García Saldaña y José Agustín entre otros y que se caracterizaba por el retrato fiel que hacian del entorno en el que vivian los jóvenes de finales de los años sesentas y parte de los setentas: su vida, familias, entretnimientos, músicas, bailes, novias, etcétera; Visto o más bien narrado dentro de lo que José Agustín llamo la contracultura en México. Nada de oficialismos, la pura neta del planeta dirian los que saben.
Aunque "compadre Lobo" puede ser una novela de facil digestión contiene elementos que requieren de mayor aprhensión ya que transita en una relidad ambivalente la cual invita al lector a adentrarse y hasta a ser complice y participe de las aventuras de los jóvenes que en su desarrollo hacia la madurez se encuentran con lo adulto, lo establecido y lo socialmente aceptable. Cito textual un parrafo: "Deben haber sido tres o cuarto metros, pero para Lobo era una distancia imposible de precisar -como la que hay entre quienes leen esta página y yo, que la escribo"
Recomendable para adolsecentes, lectores empedernidos, amas de casa (para que recuerden trazos de su juventud) y todo aquel que quiera hechar un vistazo al México urbano del siglo pasado (que según algunos dicen "era mejor"). Leanlo y pláticamos.
Don Fer
(Octubre 2010)
2 de octubre 2008
NO SE OLVIDA
Fotos de: Don Fer
Las Pintas: Destruye al estado
ANARQUIA
Angel
Observando desde las alturas
Encabezando, la esperanza nunca muere
Enfrentamiento
Conatos de violencia
La "seguridad" protegiendo un hotel trasnacional
Saludo a los policias
Contra la represión
Toda valla es buena para expresarse
El contingente de la banda Punk, siempre presente
Y si: No olvidaremos
Dedicado a la banda del UTA junto a la cual he pasado momentos bellos llenos de luz, música y baile...
“La eternidad se encuentra en las páginas de un periódico amarillista”
Soy un pobre diablo que trabaja en la noche y mal duerme por el día. Nunca pensé que una muerte afectara a tal grado mi vida. El insomnio en días de depresión era insoportable, al grado que estuve a punto de arrancarme los ojos para aventárselos por la ventana de mi cuarto a aquel perrito roñoso que diariamente me veía tristemente cuando salía de mi casa.
Acepte el trabajo por la necesidad de formalidad y aunque a mis dos años de vida nocturna me vea más cerca y al borde del final me sigue gustando manejar mi carro por los caminos de la oscuridad mirando a mi lado choques irremediables en donde la sangre corre por las avenidas libremente; prostitutas en cada esquina ofreciendo servicios mágicos y reconfortantes a aquellos locos viajeros que cual vampiros se acercan a tratar de chuparles algo de su alma; asaltos llenos de tristeza a plena luz de luna en donde se arriesgan vidas por unos pesos.
En eso se ha convertido mi vida: visiones nocturnas y vampíricas acompañadas de momentos de soledad sobre el pavimento casi siempre mojado que refleja las luces color neón de la ciudad sobre su superficie negra llena de historias que quisiera absorber. Y aunque es triste, pues ya no veo más luz, me excita vivir con el peligro inminente a mi lado. Finalmente todos estamos cerca de la línea divisoria que a algunos separa de la muerte y a otros de la eternidad.
He visto morir gente en accidentes automovilísticos. En una ocasión dos jóvenes ofrendaron sus vidas cuando yo me le escape a la eternidad. Su destino fue morir y sus gritos locos llenos de desesperación, su último aliento y el olor a sangre que manaba de los desechos y torcidos hierros nunca se borraran de mi mente: un recuerdo más para el baúl que guarda mi ansiedad, mi locura, mi angustia y mi depresión extensa, extensa…
Y es que desde que ella murió ya no quiero salir al sol, a los días que son tan comunes para la mayoría. No tengo ganas de ir al supermercado temprano, al parque a comer un helado por las tardes, a comprar una hamburguesa entrada la noche. Prefiero dormir en el día soñando con aquello que puede ser pero que nunca se concreta pues bellamente se queda ahí, en los recovecos del inconsciente…
Si, ahora soy más inconsciente.
Y cuando despierto y me levanto de mi cama, empapado en sudor y aún teniendo visiones lúdicas, lo único que atino hacer es a preparar mi destino inmediato. Ya no planeo a largo plazo pues tengo la idea, ya irrefutable, de que pronto llegara el final. Ahora solo queda sobrevivir y ansiosamente esperar llegar al lado de aquella pareja para abrazarlos y decirles: ¡por fin llegué! vamos que todo va bien.
Jamás volveré estar al lado de ella, ni en la muerte, pues se que yo iré al lugar de los trágicos y ella ¡Ja! al de los comunes. Por ahora me conformo con estar, ya sin espíritu, al lado de las que van llegando, cual vampiras, a tratar de quedarse con algo mío. Siempre, irremediablemente, terminan alejándose cuando se dan cuenta que estoy vacio. Huyen y nunca vuelven a ser las mismas.
Seguiré recorriendo avenidas iluminadas por la luz amarillenta de sucios faroles y quizá ahora si quede unido para siempre al pavimento y deje correr mi sangre, mis lágrimas y mi alma libremente hasta la alcantarilla más cercana, para que mi eternidad quede plasmada en la primera plana de algún diario amarillista.
Don Fer.
Septiembre del 2008
Ian Curtis
Me siento solo en el gran teatro. Las luces iluminan con sus destellos multicolores a todos los demás. Estoy arrinconado y aunque soy parte del espectáculo ya no participo en él. Lo decidí después de haber enfrentado las risas, reproches, burlas y abucheos. No soporto el escenario ni a mis compañeros complacientes con sus risas forzadas.
Lo mejor será actuar para mí, complacerme mostrando mis instintos más salvajes y contradictorios. Me han cansado los aplausos forzados, las elocuencias positivas e hipócritas. El melodrama del mundo va bien para la mayoría, para aquellos que necesitan las luces sobre sus rostros y los aplausos de los demás para sentirse vivos; ellos se encuentran en el círculo obligado de la vida y eso les va como un traje hecho a la medida. Yo deje de girar en él hace mucho tiempo ya. Lo intente y fracase, no estoy hecho para este mundo y sus complejas abstracciones morales y objetivas.
En alguna ocasión una luz se enciende en mi corazón y parece guiarme, cual apuntador, hacia los demás artistas. Y me dejo ir aunque sea fugazmente. Ellos no se dan cuenta pero por un momento mi fútil espíritu se une a sus corrientes cuerpos. Y por un momento me siento bien, todos los sentimientos que guardo en mi alma aparecen exacerbados e iluminados y los manejo de la mejor manera. He amado, odiado, sufrido, creado y guiado a la vez, más esto parece no importar a los demás que solo siguen viéndome como uno más. Nunca nadie se dará cuenta de la diferencia entre un actor del mundo y uno del espíritu, de la soledad y la otredad.
La carpa se cierra y se abre constantemente pero siempre se da el mismo espectáculo: ellos queriendo quedar bien con los otros, violando constantemente lo que humana, tierna e inocentemente llaman sus ideales. Y el público aplaude por no saber hacer otra cosa. El gran dilema de la humanidad es que los actores no saben su papel principal en la vida. Siempre siguen y adoptan el que va mejor con el momento, con el que pueden hacer reír o entristecer al otro. Siempre quedando bien, siempre.
Se ha perdido el dramatismo que implica el arte, se ha difuminado el sentido innato de desenvolverse con libertad. Ahora la vida se ha vuelto demasiado vulgar, muy estereotipada y material. Se ha dejado de lado el espíritu, la magia que conlleva seguir los instintos más salvajes y momentáneos.
Pero adelante. Seguid humanidad, el maquillaje les va bien, los atuendos brillosos y de última moda les asientan a la perfección. Dejadnos solos a aquellos pocos espíritus que vagamos por la noche riéndonos lastimosamente de ustedes.
Si tan solo pudiera quedarme con una mirada sincera de amor, odio, rencor, tristeza o de cualquier sentimiento veraz podría irme en paz, pero todo es actuado… Seguid humanidad, que la inmortalidad es para unos cuantos.
Yo me quedo en mi teatro mágico solitario, siendo mi único espectador, riendo y sufriendo para mis adentros. Si alguno queréis entrar a esta carpa recuerde solo una cosa: jamás saldrán y si lo llegasen a hacer saldrían locos… Yo ya lo estoy.
Don Fer.
Agosto 2008
En la carpa…
Me siento solo en el gran teatro. Las luces iluminan con sus destellos multicolores a todos los demás. Estoy arrinconado y aunque soy parte del espectáculo ya no participo en él. Lo decidí después de haber enfrentado las risas, reproches, burlas y abucheos. No soporto el escenario ni a mis compañeros complacientes con sus risas forzadas.
Lo mejor será actuar para mí, complacerme mostrando mis instintos más salvajes y contradictorios. Me han cansado los aplausos forzados, las elocuencias positivas e hipócritas. El melodrama del mundo va bien para la mayoría, para aquellos que necesitan las luces sobre sus rostros y los aplausos de los demás para sentirse vivos; ellos se encuentran en el círculo obligado de la vida y eso les va como un traje hecho a la medida. Yo deje de girar en él hace mucho tiempo ya. Lo intente y fracase, no estoy hecho para este mundo y sus complejas abstracciones morales y objetivas.
En alguna ocasión una luz se enciende en mi corazón y parece guiarme, cual apuntador, hacia los demás artistas. Y me dejo ir aunque sea fugazmente. Ellos no se dan cuenta pero por un momento mi fútil espíritu se une a sus corrientes cuerpos. Y por un momento me siento bien, todos los sentimientos que guardo en mi alma aparecen exacerbados e iluminados y los manejo de la mejor manera. He amado, odiado, sufrido, creado y guiado a la vez, más esto parece no importar a los demás que solo siguen viéndome como uno más. Nunca nadie se dará cuenta de la diferencia entre un actor del mundo y uno del espíritu, de la soledad y la otredad.
La carpa se cierra y se abre constantemente pero siempre se da el mismo espectáculo: ellos queriendo quedar bien con los otros, violando constantemente lo que humana, tierna e inocentemente llaman sus ideales. Y el público aplaude por no saber hacer otra cosa. El gran dilema de la humanidad es que los actores no saben su papel principal en la vida. Siempre siguen y adoptan el que va mejor con el momento, con el que pueden hacer reír o entristecer al otro. Siempre quedando bien, siempre.
Se ha perdido el dramatismo que implica el arte, se ha difuminado el sentido innato de desenvolverse con libertad. Ahora la vida se ha vuelto demasiado vulgar, muy estereotipada y material. Se ha dejado de lado el espíritu, la magia que conlleva seguir los instintos más salvajes y momentáneos.
Pero adelante. Seguid humanidad, el maquillaje les va bien, los atuendos brillosos y de última moda les asientan a la perfección. Dejadnos solos a aquellos pocos espíritus que vagamos por la noche riéndonos lastimosamente de ustedes.
Si tan solo pudiera quedarme con una mirada sincera de amor, odio, rencor, tristeza o de cualquier sentimiento veraz podría irme en paz, pero todo es actuado… Seguid humanidad, que la inmortalidad es para unos cuantos.
Yo me quedo en mi teatro mágico solitario, siendo mi único espectador, riendo y sufriendo para mis adentros. Si alguno queréis entrar a esta carpa recuerde solo una cosa: jamás saldrán y si lo llegasen a hacer saldrían locos… Yo ya lo estoy.
Don Fer.
Agosto 2008
En la carpa…
Lo importante es que me considero un escritor; lo peligroso es que soy un soñador.
Don Fer.
Personalidades
Hoy se despertó con la sensación que ya conocía: escalofríos, ansiedad, sudoración extrema y latidos exasperados del corazón; su estómago parecía una hoguera cuyo humo recorría sus vías respiratorias para salir por sus resecos labios lastimándole la garganta.
Sabía que una nueva adicción había llegado a su vida y descifraba bien de lo que se trataba: jamás podría dejar de escribir.
Era harto raro, quizá para algunos ni adicción se considerara, a lo más un pasatiempo, pero para él esto se estaba convirtiendo en una necesidad comparable, solamente, con su deseo de vivir. El descubrimiento le causaba gran sufrimiento.
Él quería llevar una vida "normal y sana"; comprar un carro, tener novia, casa, una mascota y dinero... Ya lo había intentado pero sus otras adicciones no lo habían dejado fructificar: lectura, estudio, cigarrillos, alcohol, deambulares nocturnos, fiestas y sexo dominaban todos los aspectos de su vida.
Una novia tuvo y en un arranque desatado por las ideas de libertad que fluían en su cabeza la mató. Un carro compró y en un ataque de anti materialismo lo destrozó. Un perro consiguió y en cierto momento desestabilizador lleno de furia, refutando responsabilidades, lo regaló.
Se encontraba descorazonado, sus sueños ahora habían elevado su temperatura. Despertaba por las noches empapado en sudor y harto espantado, a veces no podía respirar. Las ideas acumuladas en su cabeza, que parecían milenarias, exigían ser liberadas, deseaban ser plasmadas pero él solo deseaba ser normal, no tener esos sueños ni esas necesidades; añoraba ser como tú, como otros tantos, como la mayoría.
Se levantó de su mojada cama y decidió regresar a la escuela – primer error –En su andar había encontrado a antiguas personas que, como la suya, tenían la mente insana llena de abstracciones indescifrables. En la Universidad había de todo pero él parecía tener un imán que atraía a los seres más complejos y locos que rondaban sus pasillos: paranoicos, esquizofrénicos, punketos, yonkis, músicos diversos, escritores, putas y uno que otro más con el espíritu distinto al de las mayorías.
A veces se comparaba a sí mismo con un insecticida pues cuando trataba de entablar algún tipo de relación con algunos seres "sanos y cuerdos" estos le huían. Veía a esa gran mayoría con sus proyectos de vida establecidos, con sus flamantes novias y sus bellos autos. Escuchaba sus conversaciones llenas de prejuicios contra todo lo que violaba sus buenas costumbres y su intachable moral. A veces le daban ganas de seguirlos, unírseles, de ofrecerles incluso su corazón con tal de que lo enseñaran a ser como ellos… a ser normal.
Siempre lo mandaban a volar, y él viajaba.
Eligio dejar su trabajo - segundo error- Él sabía que necesitaba dinero, mucho dinero, para poder tener lujos, comer en los mejores restaurantes, beber en exclusivos bares, comprar en los más caros almacenes de ropa, calzar a la última moda y usar las mejores aromas.
Después de su terrible descubrimiento había decidido ir a un concierto de música clásica en el palacio de bellas artes de su ciudad. Todo iba bien y se mantenía tranquilo hasta que un funcionario representante del gobierno de su país conmino unas palabras en honor al músico que dirigiria la orquesta - En su país gobernaba la derecha y su locura, eso lo sabía, era de izquierda- Empezó a silbar, abuchear y a exigir con gritos enfurecidos que aquel ser se callara y se fuera. Lo hubieran sacado de tan prestigiado lugar si no es porque todo el público lo secundo, se sabía un líder y por un momento el corazón se le hincho.
Se había dado cuenta de que la locura también se compartía y aunque aún no hubiese llevado a cabo su plan– retomado de uno más antiguo – de vaciar LSD en los sistemas de agua potable que llegaba a la mayoría de hogares de la ciudad imaginaba la reacción conjunta y la piel se le erizaba: la libertad sería vivida, quizás para muchos por primera ocasión, y se le uniría ese toque mágico que da la locura: entonces sí todos despertarían de su letargo.
Al terminar el concierto aprendió que su mundo no era el de las mayorías. Se miro a sí mismo, balbuceo algunas palabras y decidió cerrarle las puertas a la masa inútil, a aquella que ya no le servía. Decidió intentar ser el mismo.
Volvió a las andadas, repitió el rito, se dejo llevar dulzonamente y un poco cabizbajo por esa nueva necesidad: escribió, escribió y escribió. Casi milagrosamente se dio cuenta que revitalizaba su espíritu sin dejar de lado el sufrimiento que ahora asociaba con algo sagrado. A lo sublime solo se llega atraves del dolor, dilucidaba.
Algunos de los distintos seres que confluían en él: intelectual, espiritual y creativo se encontraban en paz, corrían libremente cual mozuelos en campos de trigo veraniegos, sin embargo había otras partes que no iban del todo bien: la física, moral, planeadora; la estructural y socialmente aceptable.
En su caso le deprimía saber que no viviría de lo que le gustaba hacer:
escribir, pero elucubraba que si llegara a hacerlo sería lo mismo: saturación y consiguiente búsqueda de otra adicción más fuerte para continuar en el mismo juego que había sido su vida.
Físicamente escribir le causaba estragos: no dormía ni trabajaba, sus muñecas le dolían constantemente, fumaba más de lo debido ,se inyectaba mucha más heroína que conseguía después de liarse a golpes en callejones oscuros en donde las apuestas corrían libremente. Sufría pero, en verdad, no podía vivir sin esto.
Cuando creaba la ensoñación y la abstracción lo dominaban todo el día: amanecía crudo, dejaba sus pertenencias - junto a su corazón - en esquinas peligrosas; se prostituía para conseguir algo que comer. No le importaba nada solo escribir… Sabía que estaba vivo gracias a las letras y eso le reconfortaba.
Dejar de lado su locura sería conducirse al suicidio. Soñaba… su rostro iluminado por una sonrisa; su casa llena de accesorios y su jardín repleto de flores y abejas empapándose por el agua de alguna llovizna; sus hijos jugando en el patio mientras él y su pareja se besaban cálidamente diciéndose te quiero. Su oficina se encontraría repleta de diplomas, usaría ropa de la mejor marca, su felpudo estaría arreglado a la última moda; se divertiría los fines de semana con sus amigos en alguna cantina para después llegar temprano a su casa acostarse y platicar con su mujer acerca de la dura semana laboral… soñaba y se veía tumbado en un sillón viendo películas comerciales de acción en su sistema de televisión por cable.
Quizás era mejor soñar con esta realidad alterna a imaginar que alguna vez había sido escritor. Para él los sueños eran tan reales como la vida misma y sabía que lo mejor o tal vez lo peor – eso no se sabe hasta que ocurre- es que a veces estos se hacen realidad.
No se quería aceptar como era, a veces lo intentaba pero no lo lograba, solo esperaba al destino y lo que este le dictara.
Sabía que se estaba acercando…
De repente despertó. ¿Otra vez?
Se encontraba en un cuarto, solo. Sin ventanas ni vida exterior la única ventilación era un pequeño hueco que a la vez servía para pasar un poco de comida. Desnudo, no sabía dónde estaba. Se miró las manos, los pies y se toco el rostro: no se reconocía. No sabía quién era, de donde venía ni siquiera si en realidad existía.
A lo lejos en un rincón observo un lápiz y varias hojas de papel, le costó trabajo saber de qué se trataba. Monótonamente y con una reacción debida más a la costumbre que a otra cosa se levantó, estiro sus rígidos miembros y se acercó a las herramientas presentes para hacer uso de ellas: escribió, escribió y escribió.
Y así siguió contando retazos de su vida, añoranzas y sueños. Y pronto fue adquiriendo la personalidad que en ese momento deseó: la tuya, la de miles, la del escritor…
¿El destino? Se acabaría en cuando las hojas se terminasen.
Don Fer
Mayo 2008
Don Fer.
Personalidades
Hoy se despertó con la sensación que ya conocía: escalofríos, ansiedad, sudoración extrema y latidos exasperados del corazón; su estómago parecía una hoguera cuyo humo recorría sus vías respiratorias para salir por sus resecos labios lastimándole la garganta.
Sabía que una nueva adicción había llegado a su vida y descifraba bien de lo que se trataba: jamás podría dejar de escribir.
Era harto raro, quizá para algunos ni adicción se considerara, a lo más un pasatiempo, pero para él esto se estaba convirtiendo en una necesidad comparable, solamente, con su deseo de vivir. El descubrimiento le causaba gran sufrimiento.
Él quería llevar una vida "normal y sana"; comprar un carro, tener novia, casa, una mascota y dinero... Ya lo había intentado pero sus otras adicciones no lo habían dejado fructificar: lectura, estudio, cigarrillos, alcohol, deambulares nocturnos, fiestas y sexo dominaban todos los aspectos de su vida.
Una novia tuvo y en un arranque desatado por las ideas de libertad que fluían en su cabeza la mató. Un carro compró y en un ataque de anti materialismo lo destrozó. Un perro consiguió y en cierto momento desestabilizador lleno de furia, refutando responsabilidades, lo regaló.
Se encontraba descorazonado, sus sueños ahora habían elevado su temperatura. Despertaba por las noches empapado en sudor y harto espantado, a veces no podía respirar. Las ideas acumuladas en su cabeza, que parecían milenarias, exigían ser liberadas, deseaban ser plasmadas pero él solo deseaba ser normal, no tener esos sueños ni esas necesidades; añoraba ser como tú, como otros tantos, como la mayoría.
Se levantó de su mojada cama y decidió regresar a la escuela – primer error –En su andar había encontrado a antiguas personas que, como la suya, tenían la mente insana llena de abstracciones indescifrables. En la Universidad había de todo pero él parecía tener un imán que atraía a los seres más complejos y locos que rondaban sus pasillos: paranoicos, esquizofrénicos, punketos, yonkis, músicos diversos, escritores, putas y uno que otro más con el espíritu distinto al de las mayorías.
A veces se comparaba a sí mismo con un insecticida pues cuando trataba de entablar algún tipo de relación con algunos seres "sanos y cuerdos" estos le huían. Veía a esa gran mayoría con sus proyectos de vida establecidos, con sus flamantes novias y sus bellos autos. Escuchaba sus conversaciones llenas de prejuicios contra todo lo que violaba sus buenas costumbres y su intachable moral. A veces le daban ganas de seguirlos, unírseles, de ofrecerles incluso su corazón con tal de que lo enseñaran a ser como ellos… a ser normal.
Siempre lo mandaban a volar, y él viajaba.
Eligio dejar su trabajo - segundo error- Él sabía que necesitaba dinero, mucho dinero, para poder tener lujos, comer en los mejores restaurantes, beber en exclusivos bares, comprar en los más caros almacenes de ropa, calzar a la última moda y usar las mejores aromas.
Después de su terrible descubrimiento había decidido ir a un concierto de música clásica en el palacio de bellas artes de su ciudad. Todo iba bien y se mantenía tranquilo hasta que un funcionario representante del gobierno de su país conmino unas palabras en honor al músico que dirigiria la orquesta - En su país gobernaba la derecha y su locura, eso lo sabía, era de izquierda- Empezó a silbar, abuchear y a exigir con gritos enfurecidos que aquel ser se callara y se fuera. Lo hubieran sacado de tan prestigiado lugar si no es porque todo el público lo secundo, se sabía un líder y por un momento el corazón se le hincho.
Se había dado cuenta de que la locura también se compartía y aunque aún no hubiese llevado a cabo su plan– retomado de uno más antiguo – de vaciar LSD en los sistemas de agua potable que llegaba a la mayoría de hogares de la ciudad imaginaba la reacción conjunta y la piel se le erizaba: la libertad sería vivida, quizás para muchos por primera ocasión, y se le uniría ese toque mágico que da la locura: entonces sí todos despertarían de su letargo.
Al terminar el concierto aprendió que su mundo no era el de las mayorías. Se miro a sí mismo, balbuceo algunas palabras y decidió cerrarle las puertas a la masa inútil, a aquella que ya no le servía. Decidió intentar ser el mismo.
Volvió a las andadas, repitió el rito, se dejo llevar dulzonamente y un poco cabizbajo por esa nueva necesidad: escribió, escribió y escribió. Casi milagrosamente se dio cuenta que revitalizaba su espíritu sin dejar de lado el sufrimiento que ahora asociaba con algo sagrado. A lo sublime solo se llega atraves del dolor, dilucidaba.
Algunos de los distintos seres que confluían en él: intelectual, espiritual y creativo se encontraban en paz, corrían libremente cual mozuelos en campos de trigo veraniegos, sin embargo había otras partes que no iban del todo bien: la física, moral, planeadora; la estructural y socialmente aceptable.
En su caso le deprimía saber que no viviría de lo que le gustaba hacer:
escribir, pero elucubraba que si llegara a hacerlo sería lo mismo: saturación y consiguiente búsqueda de otra adicción más fuerte para continuar en el mismo juego que había sido su vida.
Físicamente escribir le causaba estragos: no dormía ni trabajaba, sus muñecas le dolían constantemente, fumaba más de lo debido ,se inyectaba mucha más heroína que conseguía después de liarse a golpes en callejones oscuros en donde las apuestas corrían libremente. Sufría pero, en verdad, no podía vivir sin esto.
Cuando creaba la ensoñación y la abstracción lo dominaban todo el día: amanecía crudo, dejaba sus pertenencias - junto a su corazón - en esquinas peligrosas; se prostituía para conseguir algo que comer. No le importaba nada solo escribir… Sabía que estaba vivo gracias a las letras y eso le reconfortaba.
Dejar de lado su locura sería conducirse al suicidio. Soñaba… su rostro iluminado por una sonrisa; su casa llena de accesorios y su jardín repleto de flores y abejas empapándose por el agua de alguna llovizna; sus hijos jugando en el patio mientras él y su pareja se besaban cálidamente diciéndose te quiero. Su oficina se encontraría repleta de diplomas, usaría ropa de la mejor marca, su felpudo estaría arreglado a la última moda; se divertiría los fines de semana con sus amigos en alguna cantina para después llegar temprano a su casa acostarse y platicar con su mujer acerca de la dura semana laboral… soñaba y se veía tumbado en un sillón viendo películas comerciales de acción en su sistema de televisión por cable.
Quizás era mejor soñar con esta realidad alterna a imaginar que alguna vez había sido escritor. Para él los sueños eran tan reales como la vida misma y sabía que lo mejor o tal vez lo peor – eso no se sabe hasta que ocurre- es que a veces estos se hacen realidad.
No se quería aceptar como era, a veces lo intentaba pero no lo lograba, solo esperaba al destino y lo que este le dictara.
Sabía que se estaba acercando…
De repente despertó. ¿Otra vez?
Se encontraba en un cuarto, solo. Sin ventanas ni vida exterior la única ventilación era un pequeño hueco que a la vez servía para pasar un poco de comida. Desnudo, no sabía dónde estaba. Se miró las manos, los pies y se toco el rostro: no se reconocía. No sabía quién era, de donde venía ni siquiera si en realidad existía.
A lo lejos en un rincón observo un lápiz y varias hojas de papel, le costó trabajo saber de qué se trataba. Monótonamente y con una reacción debida más a la costumbre que a otra cosa se levantó, estiro sus rígidos miembros y se acercó a las herramientas presentes para hacer uso de ellas: escribió, escribió y escribió.
Y así siguió contando retazos de su vida, añoranzas y sueños. Y pronto fue adquiriendo la personalidad que en ese momento deseó: la tuya, la de miles, la del escritor…
¿El destino? Se acabaría en cuando las hojas se terminasen.
Don Fer
Mayo 2008
Analogía entre la puta y el escritor
Soy tan libre de espíritu que por las noches recorro grandes distancias montado en mi caballo gris de cuatro cilindros, totalmente lunático, alcoholizado y tal vez hasta ensoñador y un poco carismático. A veces busco a mis amigas las putas de la colonia Guerrero o a mis guerreros los yonkis del inframundo.
Disfruto del aire helado que choca en mi rostro conforme aumento la velocidad, lo corta y hace que mis labios se tornen fríos y rasposos. Me burlo abiertamente de los guardianes del orden que solo me miran con cara cuasi depresiva, quizá adivinando o elucubrando mi destino.
Y me meto a hoyos cual topo. No hay otra forma de describir los mundos que aunque visibles y tangibles son siempre subterráneos. Sigo a un ente que a mi vista parece divino el cual abre puertas laterales que ceden a un leve empuje explorando lo que hay detrás: cuerpos desnudos, sudados, mal olientes copulando, fundiendo sus células a través de su aliento y líquido vital.
Ella me lleva de la mano apresurada, encontramos un cuarto del cual un intruso sale despavorido: una rata negra de un metro de largo que muestra sus colmillos harto enojada por nuestra osada curiosidad, dejándonos una cama caliente poco reconfortable y llena de chinches.
Y nuestros cuerpos se tumban uno al lado del otro para mirar el techo en donde yo veo lo que debe ser la superficie… Muy lejana. Inhalamos y exhalamos el humo del cigarro de coca mezclado con mariguana que compartimos: nos estamos besando a través de él.
Ella se desnuda mostrándome su blanco y cadavérico cuerpo producto de la falta de luz. Mi corazón late rápidamente excitado pero se detiene de golpe al escuchar son sesenta pesos.
Y abre sus piernas y un olor fétido se eleva del centro mismo de la creación. La penetro con mi miembro poco erecto y un gas comienza a invadir el ambiente, lo percibo, huelo y deduzco que es letal. La abofeteo por tan insolente acción, la corro del cuarto. Quiero intoxicarme solo, una puta no merece morir.
Cuando salgo me doy cuenta de que los seres noctámbulos, aquellos diablos consentidores de vicios me observan. Huyo tratando de desaparecer de sus ojos radiantes pero uno de ellos me alcanza, con una patada en los talones me tumba en el suelo rasposo, se monta sobre mí y me besa calidamente en la boca tocándome el cuerpo como tratando de vislumbrar un orificio, algo por donde pueda meter la magia que trae consigo. Después de forcejear un rato me introduce una línea delgada de polvo blanco por la nariz… cuando la aspiro sé que estoy preparado.
Y salgo a la superficie, nuevamente al aire. Pero aún siento que me falta más-siempre hace falta más-. El recuerdo de ella sobre mi cama me sobrecoge, me reanima a seguir husmeando por abajo.
Después de algunas cervezas en algún otro hoyo y de recorrer una distancia no muy grande la encuentro en una esquina cercana a Tepito y desde que la veo, a lo lejos, se que ella simboliza perfectamente mi placer, mi perversión más lúdica y que hoy explotaremos juntos algunas minas de oro… o tal vez de plata.
Me pregunta si la voy a golpear nuevamente, le contesto que no lo sé y ella con ojos de infinita tristeza quiere que le diga que sí, pero no estoy dispuesto a lastimarla, no quiero ver su sangre derramada sobre nuestras sabanas underground casi blancas. Sé que a ella le gusta que la golpee y me dice que por eso me cobra sesenta pesos, me dice que un día la matare y yo le contesto enérgicamente: ¡No! Una puta no debe morir.
Y vamos a otro hoyo en donde en lugar de ratas colmilludas, perros famélicos nos miran con ojos lastimeros… Y quiero tumbarme a su lado y abrazarlos y decirles que todo irá mejor y no lo hago pues ella me apresura con su mano para que la siga. Siento como una lágrima recorre mi mejilla.
Ya dentro de nuestra habitación ella golpea mi rostro y me gusta. Saca de su bolsa lo que yo imagino será un revolver, pero ¡oh! sorpresa son anfetaminas y cocaína.
Me gustas, me dice.
E intercambiamos: ella me mete sustancias y yo le ofrezco mí miembro el cual me cuesta trabajo meter. Y así copulamos nos drogamos y soñamos.
Cuando despierto ella me mira llorando y me dice que soy tierno por las palabras dulces que le digo: una puta no debe morir. Después de un momento le espeto: pero un cabrón como yo sí.
Y le imploro desesperado que me mate. Quiero que este momento sea el último; deseo descansar con su olor impregnado a mi cuerpo por toda la eternidad.
Pégame hasta dejarme inconsciente y después con una daga extrae mi corazón y dáselo a los perros del pasillo - le digo. Ella con cara de asombro me pregunta a que me dedico… soy escritor, le contesto casi llorando.
Medita un rato, una eternidad, sus ojos me miran con simulada indulgencia, me toma de la mano y suelta la carcajada más estruendosa y diabólica que haya escuchado para después casi gritarme: ¡Un escritor no debe morir! ¡Un escritor no debe morir!
Cuando volteo para mirar sus ojos ha desaparecido.
Don Fer.
Soy tan libre de espíritu que por las noches recorro grandes distancias montado en mi caballo gris de cuatro cilindros, totalmente lunático, alcoholizado y tal vez hasta ensoñador y un poco carismático. A veces busco a mis amigas las putas de la colonia Guerrero o a mis guerreros los yonkis del inframundo.
Disfruto del aire helado que choca en mi rostro conforme aumento la velocidad, lo corta y hace que mis labios se tornen fríos y rasposos. Me burlo abiertamente de los guardianes del orden que solo me miran con cara cuasi depresiva, quizá adivinando o elucubrando mi destino.
Y me meto a hoyos cual topo. No hay otra forma de describir los mundos que aunque visibles y tangibles son siempre subterráneos. Sigo a un ente que a mi vista parece divino el cual abre puertas laterales que ceden a un leve empuje explorando lo que hay detrás: cuerpos desnudos, sudados, mal olientes copulando, fundiendo sus células a través de su aliento y líquido vital.
Ella me lleva de la mano apresurada, encontramos un cuarto del cual un intruso sale despavorido: una rata negra de un metro de largo que muestra sus colmillos harto enojada por nuestra osada curiosidad, dejándonos una cama caliente poco reconfortable y llena de chinches.
Y nuestros cuerpos se tumban uno al lado del otro para mirar el techo en donde yo veo lo que debe ser la superficie… Muy lejana. Inhalamos y exhalamos el humo del cigarro de coca mezclado con mariguana que compartimos: nos estamos besando a través de él.
Ella se desnuda mostrándome su blanco y cadavérico cuerpo producto de la falta de luz. Mi corazón late rápidamente excitado pero se detiene de golpe al escuchar son sesenta pesos.
Y abre sus piernas y un olor fétido se eleva del centro mismo de la creación. La penetro con mi miembro poco erecto y un gas comienza a invadir el ambiente, lo percibo, huelo y deduzco que es letal. La abofeteo por tan insolente acción, la corro del cuarto. Quiero intoxicarme solo, una puta no merece morir.
Cuando salgo me doy cuenta de que los seres noctámbulos, aquellos diablos consentidores de vicios me observan. Huyo tratando de desaparecer de sus ojos radiantes pero uno de ellos me alcanza, con una patada en los talones me tumba en el suelo rasposo, se monta sobre mí y me besa calidamente en la boca tocándome el cuerpo como tratando de vislumbrar un orificio, algo por donde pueda meter la magia que trae consigo. Después de forcejear un rato me introduce una línea delgada de polvo blanco por la nariz… cuando la aspiro sé que estoy preparado.
Y salgo a la superficie, nuevamente al aire. Pero aún siento que me falta más-siempre hace falta más-. El recuerdo de ella sobre mi cama me sobrecoge, me reanima a seguir husmeando por abajo.
Después de algunas cervezas en algún otro hoyo y de recorrer una distancia no muy grande la encuentro en una esquina cercana a Tepito y desde que la veo, a lo lejos, se que ella simboliza perfectamente mi placer, mi perversión más lúdica y que hoy explotaremos juntos algunas minas de oro… o tal vez de plata.
Me pregunta si la voy a golpear nuevamente, le contesto que no lo sé y ella con ojos de infinita tristeza quiere que le diga que sí, pero no estoy dispuesto a lastimarla, no quiero ver su sangre derramada sobre nuestras sabanas underground casi blancas. Sé que a ella le gusta que la golpee y me dice que por eso me cobra sesenta pesos, me dice que un día la matare y yo le contesto enérgicamente: ¡No! Una puta no debe morir.
Y vamos a otro hoyo en donde en lugar de ratas colmilludas, perros famélicos nos miran con ojos lastimeros… Y quiero tumbarme a su lado y abrazarlos y decirles que todo irá mejor y no lo hago pues ella me apresura con su mano para que la siga. Siento como una lágrima recorre mi mejilla.
Ya dentro de nuestra habitación ella golpea mi rostro y me gusta. Saca de su bolsa lo que yo imagino será un revolver, pero ¡oh! sorpresa son anfetaminas y cocaína.
Me gustas, me dice.
E intercambiamos: ella me mete sustancias y yo le ofrezco mí miembro el cual me cuesta trabajo meter. Y así copulamos nos drogamos y soñamos.
Cuando despierto ella me mira llorando y me dice que soy tierno por las palabras dulces que le digo: una puta no debe morir. Después de un momento le espeto: pero un cabrón como yo sí.
Y le imploro desesperado que me mate. Quiero que este momento sea el último; deseo descansar con su olor impregnado a mi cuerpo por toda la eternidad.
Pégame hasta dejarme inconsciente y después con una daga extrae mi corazón y dáselo a los perros del pasillo - le digo. Ella con cara de asombro me pregunta a que me dedico… soy escritor, le contesto casi llorando.
Medita un rato, una eternidad, sus ojos me miran con simulada indulgencia, me toma de la mano y suelta la carcajada más estruendosa y diabólica que haya escuchado para después casi gritarme: ¡Un escritor no debe morir! ¡Un escritor no debe morir!
Cuando volteo para mirar sus ojos ha desaparecido.
Don Fer.
Premio Ortega y Gasset en la categoría de periodismo gráfico
¿Quién pone las minas en Iraq?
Fotografía de Gervasio Sánchez
Sofía perdió una pierna a causa de una mina antipersonal cuando tenía 14 años; ahora, con 25, es madre de dos hijos y una de las protagonistas de Vidas Minadas, 10 años, el último proyecto del fotoperiodista español que busca reflejar las historias de las víctimas de las minas en todo el mundo.
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